19 mayo 2012

...ya he visto: La nieves del Kilimanjaro, de Robert Guédiguian

SINOPSIS
A pesar de haberse quedado sin trabajo, Michel es feliz con Marie-Claire. Hace 30 años que se aman. Sus hijos y sus nietos les miman. Tienen muy buenos amigos. Se enorgullecen de sus luchas políticas y sindicales. Sus conciencias son tan transparentes como sus miradas. Pero su felicidad se hará pedazos cuando dos hombres armados y enmascarados les agreden, les arrebatan los anillos de boda y huyen con las tarjetas de crédito.

COMENTARIO
Estoy todavía plenamente conmovida por el golpe emocional que ha supuesto para mí esta maravillosa película, Las nieves del Kilimanjaro, de mi -desde siempre- admirado Robert Guédiguian. Como ahora no tengo tiempo de hacer un comentario más extenso, dedico estas líneas a recomendar su visión a todo el mundo!! 
Cómo llenan la pantalla los actores, especialmente Jean-Pierre Darrousin. Qué inteligente me ha parecido Guédiguian con esos niños tan adorables (Martin y Jules) que justo a su hermano mayor (Christophe, siempre con la misma chaqueta deportiva azul) no han caido en esa vertiente más ultra-social, más enganchada a lo deprimentemente pobre que hay en todas las grandes cuidades, que sí hemos visto en otras peliculas.   
Pelicula realizada desde una poema de Victor Hugo.
Cine necesario. 


07 mayo 2012

...ya he leído: Los Príncipes de Maine, Reyes de Nueva Inglaterra [Aka: Las normas de la casa de la sidra], de John Irving


SINOPSIS
Situada principalmente en las décadas de los 40 i 50 del siglo XX, cuenta la historia del Dr. Wilbur Larch -santo varón y obstreta, éteradicto y abortista, director de un orfanato- y la de su huérfano favorito, Homer Wells, que nunca consigue ser adoptado de forma definitva. El Dr. Larch se plantea la disyuntiva moral de liberar a las madres pobres de un embarazo no deseado, antes que admitir en un asilo a sus hijos abandonados, y acepta ambas decisiones para el descanso de mujeres sin capacidad de maniobra vital, sin capacidad de decidir. Homer Wells, a quien Larch quiere como a un hijo, quiere ser de "utilidad" cuando su vida se ve centrada en el orfanato y al conocer "el Camino de Señor" y "el Camino del Diablo" se niega, en cambio, a «acabar con una vida humana». Homer se verá llevado a un verdadero camino de crecimiento personal cuando, tras conocer a una brillante pareja de jóvenes que visitan el orfanato de St. Cloud's, sale de allí para empezar una nueva vida. Irving sigue a varios personajes peculiares, todos mal nacidos, marcados por su extrañeza en esta tierra, pero todos héroes, auténticos príncipes y reyes de su propia existencia.

COMENTARIO

Llevo días pensando en el análisis de esta novela que he leído como una verdadera bocanada de aire fresco, que captó mi atención de forma plena y que, después de sus primeras 235 páginas (los cinco primeros capítulos) en una lectura pausada y reconocida (gracias a la versión cimenatográfica de Lasse Hallström, con guión firmado por el mismo John Irving), me absorvió de un tirón en las restantes 350 (624 páginas en la versión de Tusquets de la colección Fábula, de febrero de 1996). Leer así, de forma absorvente y con necesidad de saber qué va a pasar, qué reclaman esos personajes ha sido un verdadero regalo. Me gusta leer así de entregada a la lectura.
Pero ya en el análisis de aquello que representa una verdadera y loable defensa del tema del aborto en las clases pobres que no pueden asumir la carga económica y emocional que un niño supone, me ha dado un poco de pena que este libro que pudiera profundizar al respecto de la condición humana (de hecho, por momentos, parece que sí que va a hacerlo) se quede en un retrato algo postizo con la única finalidad de que su trama principal desemboque exactamente en los lugares que, arquitectónicamente, pretende hacer confluir Irving.
La recta honestidad emocional de los personajes principales, que viven en una constante confrontación de lo que es el yo más íntimo y lo que reclama el yo más externo, acaba resultando algo articiosa. Pero claro, estos personajes sólo pueden moverse en la novela de esa forma tan marcada, para que ésta funcione de forma plena, para que la lectura sea totalmente modélica en su resultado final. Homer Wells, Wilbur Larch y Candy resultan sorpendentemente íntegros; Enfermera Edna, Enfermera Angela y la Sra. Grogan viven ínsolitamente conformes con su inusual modo de vida (por lo entregado de ésta) en el orfanato de St. Cloud's durante años y años, incluso cuando San Larch ya es un anciano nonagenario. Ahí tenemos el fascinante personaje de Melony (-Te quiero a tí -dijo Melony-. Pero nunca me abandones. p. 448), la única que parece tener una entidad más material pero que está desgraciadamente tocada por una violencia física y emocional que la hace detestable, incluso como personaje literario. Una efectivo antihéroe que nunca podrá ocupar el sentido, ni desempeñar las funciones del héroe; una verdadera y radical antagonista. 
En definitiva, la novela se diluye en esta problemática tan habitual en las películas norteamericanas que sólo se preocupan del amor de la pareja, de la construcción de una familiar nuclear mínima y satisfactoria, y de cómo se relacionan sexualmente -la infidelidad siempre presente, por supuesto- los amantes en cuestión y las personas que los rodean. La trama desemboca en una cuestión temática más bien estereotipada (¿podrá el héroe obtener el amor de su amada, ante la oposición ético-moral que representa de la supervivencia del amante primero de ésta que ha marchado a la guerra y de la que vuelve totalmente tullido?) y aquello que parecía iba a convertirse en un legítimo cuestionamiento sobre la controversia del aborto (Wilbur Larch se posiciona claramente favorable y Homer Wells manifiestamente en contra), bueno, se convierte en una trama amorosa audaz y bien trabajada. Un buen libro, una interesante lectura, una pena que no cale un poquito más hondo en lo que plantea sobre las adversidades a las que se enfrenta la condición humana.
Las referencias a Charles Dickens: David Copperfield, Grandes Esperanzas y la Pequeña Dorrit, así como a Jane Eyre de Charlote Brönte, representan sobretodo un apunte metaliterario utilizado con inteligencia. Aquí la literatura está presente en la existencia de los huérfanos, pero no toma jamás el lado de la vida.  
Y el final de la novela... ¿en qué se convierte Homer Wells, en un impostor? (me fascina el tema de la impostura!) ¿O es totalmente legítimo que este niño que no había conseguido ser definitivamente adoptado, sea reconstituido por el mismo St.Cloud's en lo que es sin duda una triunfante adopción, orquestada durante años por el Dr. Larch, y sencillamente cambie su nombre cómo sucede con naturalidad a tantos niños huérfanos en el momento de ser afiliados?