16 octubre 2018

...ya he leído: La Voz de los árboles, de Tracy Chevalier

Sinopsis

La familia Goodenough ha dejado atrás la Nueva Inglaterra del siglo XIX para instalarse en los pantanos de Ohio y lleva consigo algunas ramas de su manzano favorito. Pero en el huerto que plantan se hunden también las semillas de la discordia entre James y Sadie Goodenough. Mientras James adora las manzanas dulces, Sadie prefiere refugiarse en la sidra. Esas diferencias irreconciliables afectan a sus hijos y obligan al menor de ellos, Robert, a abandonar Ohio y buscar fortuna. El amor hacia los árboles, heredado de su padre, le acompaña en su viaje hacia el Oeste.


Comentario

La Voz de los árboles es una novela de lectura agradable que toca, quizás, en la experiencia de las personas que vivieron aquellos grandes momentos de cambio, de transformación social, que después se convirtieron en momentos clave del desarrollo de la Historia. No estamos ante las grandes figuras de los grandes momentos históricos, no, estamos más bien ante la experiencia vital de aquellos que cogieron las carretas para trasladarse, o que decidieron mudarse para establecerse. 
La acción de la novela se sitúa en los Estados Unidos en una veintena de años que cubre de 1838 a 1856, periodo de gran transformación. Momentos del que fue llamado "Manifest destiny", que expresa la idea de Estados Unidos como nación destinada a expandirse desde las costas del Atlántico hasta el Pacífico. El origen del concepto podría remontar a la época en que comenzaron a llegar los primeros colonos y granjeros desde Inglaterra y Escocia lo que pasaría a ser los Estados Unidos. Este origen se encuentra de lleno en la familia protagonista de la novela. Tanto los abuelos como las valiosas manzanas Goodenough ("suficientemente buenas") provienen de Herefordshire. De todo el cambio y la transformación que ser produjo, Tracy Chevalier también reflexiona sobre el imparable proceso socio económico que supuso la llamada "fiebre el oro", periodo de migración apresurada y de forma masiva de trabajadores hacia áreas rústicas. La fiebre del oro suele referirse en especial al periodo que se produjo en California en 1848 y el protagonista de la experimenta por si mismo. 
Pero La voz de los árboles no es una novela sobre un gran hombre que experimenta cambios históricos, no, es una novela sobre una familia que viaja desde lejos, que se siente ligada a aquello que dejó atrás, y que se ve empujada a seguir tirando hacía la lleve a donde la lleve el camino. 

Los elementos constructivos más interesantes de La Voz de los árboles están relacionados con las voces narrativas y la expresión de estas. Chevalier nos brinda dos perspectivas narrativas que funcionan muy bien en la primera parte de la novela y que se encuentra a faltar en la segunda, cuando el personaje principal ya ha tomado posesión de su rol en la evolución de las peripecias del relato. La tercera persona desde una narrador omnisciente para todo aquel relato de ámbito más masculino, produce una afortunada colisión narrativa con la desgarradora voz en primera persona del personaje de Sadie Goodenough, la desgraciada madre de familia que hace lo posible por sobrevivir en el Pantano Negro. Parece que Chevalier está injertando técnicas narrativas, en honor a la maravillosa temática de la novela relacionada con el cultivo de los árboles. 
Chevalier pincela estas posiciones narrativas con dos momentos de literatura epistolar, expositiva sin más, que dará empaque y fuerza a los personajes de los hijos Goodenough, sobretodo a Martha, mujer memorable donde las haya. 

Tracy Chevalier explica en sus agradecimientos que algunos personajes de la novela son "reales" (ella mismo lo entrecomilla en sus explicaciones). John Chapman (también conocido como Johny Appleseed) y William Lobb existieron y llevaron manzanos a Ohio e Indiana, así como plantas de América del Norte y del Sur a Gran Bretaña. También el matrimonio Lapham vivió en el Bosque de Calaveras.    

La temática del poder de la naturaleza que brilla tanto en la primera parte de la obra va quedando algo diluida en una segunda parte donde la figura humana toma más protagonismo. La cuestión del género presente en toda la novela se resuelve de forma algo decepcionante, en mi opinión, por si cabía que esta fuese la cuestión más "renovada" o más "singular" en el conjunto del ejercicio narrativo. Por fortuna el camino que lanza el luchador personaje de Molly, hacia delante y mirando hacia el horizonte, se lo podemos conceder a la escritura de Chevalier.

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