04 noviembre 2011

...ya he leído: La solterona, de Edith Wharton



SINOPSIS

Nueva York. Mediados del siglo XIX. Charlotte Lowell confiesa a su prima Delia que es madre de una hija secreta, nacida de una breve relación amorosa con un hombre que apareció fugazmente en su vida. Charlotte renunciará a casarse, convirtiéndose en una solterona y Delia se hará cargo de la niña, sin que ésta conozca quien es su verdadera madre.

COMENTARIO

Novela breve de la gran Edith Wharton (la Edad de la inocencia me parece una novela verdaderamente remarcable e inolvidable) que saber trabajar tan bien la intensidad narrativa en una obra que podría definirse prácticamente como dramática, como verdaderamente teatral.
Wharton plantea un conflicto nada extraordinario: una inconveniente maternidad juvenil en el seno de una sociedad encotillada en sus bienestantes constumbres sociales. "La vieja Nueva York de la década de 1850", dominada por unas pocas familias de origen europeo -ingleses y holandeses- que han conseguido grandes fortunas. Gracias al poder que otorga el dinero, han impuesto su conservadora y rígida escala de valores. Lo fascinante es cómo E. Wharton condensa las emociones, como anula hechos -peripecias- sin duda importantes para lo que sería una trama más novelística, con la finalidad de ajustar la magnitud -excepcional!- de la discusión final entre las primas Delia y Charlotte, que llevan toda una vida enfrentándose en una feroz lucha llena de resentidos silencios. El final-final de la novela es realmente memorable: Charlotte renuncia a entrar en la habitación de su hija Tina en su última noche de soltera y Delia es, finalmente, la que le propone aquellas palabras que sólo una madre puede obsequiar el día antes de tu matrimonio. Parece que somos la cuarta pared de las estancias de Gramercy Park donde vivían instaladas las primas Ralston (gracias al conveniente matrimonio de Delia). La emoción aflora sin lugar a dudas y se produce ese tipo de valorables momentos en que no puedes dejar de preguntarte sobre las razones que conducen a algunas personas (valgan por éstas los personajes de algunas -grandes- novelas) a satisfacer hasta tal punto sus expectativas vitales.

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