09 noviembre 2006

... ya he leído: París era una fiesta, de Ernest Hemingway


Sinopsis
París era una fiesta, el primer escrito de Hemingway que vio la luz póstumamente, despliega el mítico panorama de la ciudad de París, la capital de la literatura americana hacia 1920. La obra es una mezcla fascinante de paisajes líricos y agudamente personales, con otros más contundentes y anecdóticos en torno a sus años de juventud en aquel encantado lugar en el que fue «muy pobre pero muy feliz», en un tiempo de ilusión entre dos épocas de atrocidad.


Comentario
Una gran tristeza me ha invadido después de la lectura de esta obra póstuma de Ernest Hemingway, un escritor limpio y carismático (creo que un comentario como este gustaría al Sr. Hemingway porque es el tipo de observaciones que él utiliza en la narración para hablar de los otros escritores con los que se va encontrando). Un escritor muy limpio, que hila bien la aguja para tocar en el centro de las pequeñas tragedias de lo cotidiano, de los actos de cada día, y conseguir así despertar la emoción del lector con la lectura de algo que parece, en algunas ocasiones -que no en todas- puramente anecdotario.
Ernest Hemingway crea un personaje de sí mismo y nos va explicando algunas de sus vivencias en París en la década de los años 20 (s. XX), después de la Gran Guerra; recreando en la ficción lo que "alguna vez se había explicado como realidad" como reza la presentación de la obra. Este es un método de creación literaria que nos anuncia en algún momento del relato... el Hemingway personaje nos dice que en el momento de escribir prefiere partir siempre de un hecho verídico y poder así regresar siempre al nacimiento de su idea si se le ha ido perdiendo por el camino. ¿No es esto, entonces, lo que hace el propio Hemingway escritor con las narraciones de París era una fiesta? La maestría del autor reside, sin duda, en lo que con seguridad ha debido de ir inventando, añadiendo, ficcionando... (hilvanando, ¿quizás?) y que ahora parece que leemos como si hubiese pasado en la realidad.
Todos los personajes de París era una fiesta - no importa si también sus homónimos en la realidad: Gertrude Stein, Ford Madox Ford, Ezra Pound, etc... - están llenos de una latente tristeza, que poco a poco va quedando y que se acaba instalando en el lector al final de la novela: devastadora la parte en la que Hem nos habla de Scott Fitzgerald y de Zelda... y desoladora su reflexión cuarenta años después sobre la felicidad de aquel amor que compartió en los años de aquel París con su primera mujer, Hadley.
Como lector, es un gusto poder disfrutar del conocimiento de la situación exacta de las calles en las que se desarrolla la acción de una novela cuando ésta se situa en un espacio real como París (o cualquier otra gran capital del mundo), sobretodo cuando los itinerarios en la ciudad son un elemento importante de la narración... Este es mi caso, trabajé muy cerquita de la Rue Cardinal Lemoine y, por tanto, en el sector próximo al Pantheón y al Jardin du Luxembourg,... la calles de este París... están muy muy cerca de las del mío.
... No sé si realmente aquel París fue una fiesta... pero su recuerdo, seguro, todavía permanece fabuloso.

Como no podría no pasar en una novela que habla sobre literatura y sobre personas que se han dedicado a ella, París era una fiesta me ha llevado a proponerme releer el Gran Gastby de Scott Fitgerald y también intentaré enganchar por ahí su Suave es la noche. Las referencias a El Gran Gastby destacan también en la obra del japonés Haruki Murakami, Tokio Blues, así que revisaré dos conexiones de la propuesta de lectura de Viaje con nosotros...

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